MÁSCARAS

En muchos relatos se dice que la máscara oculta, pero en este espacio cumple otra función: permite encarnar. Cada máscara es un umbral que nos autoriza a asumir una fuerza, una postura o un temperamento que la vida reclama en determinados momentos. Hay situaciones que exigen actuar con una energía que no corresponde a nuestra…

En muchos relatos se dice que la máscara oculta, pero en este espacio cumple otra función: permite encarnar. Cada máscara es un umbral que nos autoriza a asumir una fuerza, una postura o un temperamento que la vida reclama en determinados momentos. Hay situaciones que exigen actuar con una energía que no corresponde a nuestra naturaleza profunda: entrar en una batalla, responder con firmeza, defender lo propio, incluso volverse feroz para sobrevivir. La máscara nos concede esa posibilidad sin exigirnos traicionar quiénes somos en esencia.

Cuando nos cubrimos con ella, comprendemos que la figura que personificamos es una herramienta, no una identidad. Podemos habitarla plenamente y, del mismo modo, desprendernos de ella cuando ya no sea necesaria. Por eso, cada pieza funciona también como talismán-prendedor: un recordatorio de que podemos invocar un aspecto particular de nosotras mismas sin convertirlo en permanente.

Sin embargo, su poder requiere discernimiento. Si la portamos con demasiada frecuencia, corremos el riesgo de confundir la energía que invocamos con la propia raíz de nuestro ser. Las máscaras son aliadas, no destinos. Su propósito es acompañarnos en los tránsitos, resonar con lo que necesitamos por un instante y permitirnos regresar a nosotras mismas con claridad renovada.

Activación Ritual

Agradece tres veces y luego murmura: “Liberate”. Así el arquetipo se retira y tú regresas completamente a ti.

Abre la caja y deja que la máscara respire por unos segundos.

Define con absoluta claridad el arquetipo o aspecto que necesitas encarnar: nómbralo en voz alta sin titubeos. Puede ser una cualidad precisa (Firmeza, Protección, Valentía, Silencio, Corte, Estrategia) o una figura simbólica.

Toma la máscara y llévala hacia tu corazón.

Pronuncia en un susurro: “Despierta y toma forma en mí. Que este nombre —(nombra el arquetipo)— habite mi acción sin alterar mi esencia.”

Colócala en tu pecho como prendedor-talisman. O déjala acompañarte desde el espacio. Permite que actúe solo mientras la necesites.

Al caer la noche, si la has usado como prendedor, devuélvela a su caja.

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