Querida Lactancia:
Hoy casi 6 meses después de que hayas llegado a mi vida hago las paces contigo. Además de haberme enseñado lo que es el dolor físico verdadero y la constancia de enfrentarlo porque eres tal vez el único caso en el que el fin justifica los medios, también me enseñaste y me ayudaste a crear ese maravilloso vínculo que tengo exclusivamente con mi hija.
Me costó literalmente sangre dejarte entrar en mi vida, pero a cambio me regalaste la buena salud de mi bebé y apoyaste exclusivamente su crecimiento los primeros meses. En el proceso te llevaste mi pelo, mis cachetes y lo poco que tenia de nalgas, pero me entregaste los rosados cachetes de mi hija, sus piernas rollizas y los agujeritos en su colita.
Gracias a ti muchas personas conocieron mi tetas, tengo que admitir que al comienzo fue bastante incómodo, pero gracias a eso aprendí que cuando llega un hijo a la vida las pendejadas se dejan de lado.
Estamos a pocos días del fin de nuestro camino de amistad exclusiva con mi hija, y aunque me siento feliz de verla crecer, admito que te voy a extrañar. Nos veremos en otra vida!!!
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